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lunes, 3 de diciembre de 2012

Kyuka-en o la utilidad de lo inútil

Cuando leo la revista Bonsái Pasión siempre me detengo en las páginas que firma Isamu Murata. Pretenden ser, en mi opinión, una alternativa a las tendencias actuales del bonsái. Incluso llegué a enviarle un correo electrónico felicitándole por esta serie de artículos. Su hijo Yukio muy amablemente me contestó y me agradeció los comentarios en nombre de su padre.

En uno de estos artículos como siempre, escueto y filosófico, titulado “LAS RAICES DE LA CULTURA. El misterio que se esconde en la ociosidad. La fuerza de la inacción”, muestra dos fotos de un chaenomeles maulei y dice lo siguiente:
“Para los bonsaistas que solo insistimos en la forma de nuestros árboles, este árbol nos habla y nos explica claramente que nuestro concepto de belleza es muy limitado y que carece de profundidad.”


“Antiguamente, el cultivo de la belleza reinaba en Japón, pero a partir de la segunda gran guerra, un largo invierno de codicia sumergió el amor a lo bello.
Las imágenes oscuras de la guerra y las penurias dominaban el mundo, ensombreciendo los espíritus.
Era muy escasa la gente que se dedicaba a admirar la belleza de las flores y de los árboles. Estos pocos hombres de espíritu libre eran considerados como extraños y excéntricos.
El tiempo ha pasado pero todavía, en un rincón de nuestras almas, quedan restos de esa oscuridad.
Deseo con toda mi alma que el mundo vuelva a ser un lugar en el que se pueda disfrutar jugando como niños con las cosas que no sirven para nada. Ni para ganar dinero, ni para impresionar a los demás.
Que podamos volver a ser felices con lo simple y lo bello”.

Para intentar saber que quiere decir realmente Isamu debemos retroceder en el tiempo y saber que él no nació siendo Isamu Murata sino Isamu Wakabayashi. Nació en Kawagoe, al oeste de Omiya en 1936. Desde pequeño se sintió muy interesado por las plantas. Una vez graduado en agricultura, buscó trabajo pero no le iba mucho trabajar en una oficina. Su padre estaba seguro que Isamu debía trabajar en algo relacionado con las plantas o los bonsáis y buscó un lugar propicio. Uno de los primeros viveros que visitó en Omiya y que atrajo poderosamente su atención fue Kyuka-en, propiedad del famoso Kyuzo Murata. Allí el padre de Isamu compró un bonsái por 10.000 yen (casi el salario mensual de un recién graduado universitario en aquella época). Pero al pagar los 10.000 yenes hizo un truco con objeto de comprobar la honestidad de la familia Murata. Pegó dos billetes de 10.000 yenes como si solo se tratara de uno. Al recibir el dinero Fumi, esposa de Kyuzo, se dio cuenta que había dos billetes y devolvió uno de ellos a Wakabayashi. Este al comprobar su integridad mandó a su hijo Isamu a estudiar a Kyuka-en. De acuerdo con la honorable tradición japonesa, Isamu entró como aprendiz de Kyuzo Murata y empezó sus estudios en 1959.


                                                  Kyuzo y Fumi Murata

Pero Kyuzo y Fumi no tenían hijos, así que tomaron la decisión de adoptar a Isamu que desde ese momento pasó a ser Isamu Murata.
Kyuzo organizaba eventos con grupos de cultivadores e iba periódicamente a cuidar la colección de bonsái del Palacio Imperial. Naturalmente Isamu iba con ellos como su aprendiz. Una joven llamada Rumiko trabajaba en el Palacio Imperial como secretaria del Lord Chamberlain. Las personas que trabajaban en los alrededores del Palacio siguieron la tradición de preparar el encuentro y la presentación de Isamu y Rumiko, jóvenes solteros. Se conocieron y bien que se conocieron, casándose en 1966.

                                                        Isamu Murata

En octubre de 1971, nació su hijo Yukio que llenó de felicidad a la pareja.

Pero para comprender algo mejor el artículo de Isamu debemos retroceder aún más en nuestra máquina del tiempo. Nos vamos a 1902 cuando nace Kyuzo Murata en Takayama. Por problemas de salud - una severa úlcera gástrica-, no pudo graduarse en sus estudios y aconsejado por su médico se trasladó a una ciudad llamada Omiya a 20 millas al noroeste de la capital (parece que Omiya era muy conocida por la gran calidad de su agua). Allí fundó su famoso vivero Kyuka-en, nombre tomado de la pluma que utilizaba un célebre pintor de la época Edo.

Casualmente, en 1925 un grupo de profesionales del bonsái de los alrededores de Tokyo tuvieron que emigrar a la ciudad de Osato, cerca de Omiya, por los desastres causados por el gran terremoto de 1923. Años más tarde ¡estalló la Guerra! El reclutamiento y la necesidad de alimentos hicieron que tan solo quedaran 33 familias a finales de los años 30 dedicadas al bonsái en Omiya. Tomekichi Kato (padre de Saburo) de Mansei-en y Seian Shimizu de Seidai-en, recomendaron a Murata que liderara una asociación en “la ciudad del bonsái” (Bonsai-cho), confiándole el futuro del bonsái. En aquel entonces los líderes de las asociaciones no eran reclutados para ir a la guerra.
Pero Murata por su delicada salud se libraba igualmente del reclutamiento.

En época de guerra y para minimizar los cuidados necesarios, los bonsáis fueron desenterrados de sus macetas y sembrados en el suelo, regándolos a altas horas de la noche.
Sin embargo, los oficiales locales ordenaron a Murata que olvidara los bonsáis ya que estos requerían sus cuidados permanentemente y era mucho más necesario cultivar arroz para la alimentación de la tropa y la población.
Inmediatamente Kyuzo fue a hablar con el comandante en jefe del distrito que era amigo de la familia. Se trataba de Hisaichi Terauchi (cuyo padre, Masatake Terauchi, fue el 18 primer ministro de Japón). El general Terauchi ordenó tajantemente a los oficiales locales: “El bonsái muestra la importancia de lo no importante, podría ser traducido como, el bonsái muestra la utilidad de lo inútil” y Murata fue libre de dispensar a los bonsáis toda la atención que necesitaron…
Creo que Isamu quiere en sus artículos continuar con las palabras del general Terauchi.

Justo al acabar la guerra, cuando los americanos campeaban a sus anchas por Japón con los famosos jeeps por todas partes, los cultivadores de Omiya estaban casi arruinados por el alto costo del impuesto de lujo de los bonsáis. Entre ellos Kyuzo Murata que se había quedado sin clientes y no vendía ni un árbol. Cuando estaba pensando en buscarse otra ocupación, una tarde de Noviembre del mismo 1945, aparcó en la puerta de su vivero uno de esos jeeps americanos. Se bajaron un teniente de las US Navy y un periodista de Washington grandes forofos ambos de la horticultura y que ya conocían Omiya como el pueblo de los bonsáis. Estuvieron varias horas contemplando las maravillas del jardín encantados por lo que veían. Al irse, Murata les ofreció su libro de visitas (me imagino que antes le quitó el polvo pues hacía 4 años que no se abría) y ellos dejaron escritas sus impresiones. Cuando posteriormente le tradujeron a Murata lo que habían escrito, le impresionó la calidez con la que lo habían hecho, pensando que hasta hace nada eran acérrimos enemigos. Esto, dice el biógrafo, le dio fuerzas para continuar algo más en su ocupación de cultivar bonsái y poco a poco fue recuperándose.
Quizás esto, y no la polución de Japón, como argumentó al tomar la decisión, fueron la causa para que accediera a que se llevaran a Fudo a USA. "Fué como dar en matrimonio a mi hija a un americano". Pienso que Murata nunca olvidó esa visita. Curiosamente Yukio al leer la biografía de su abuelo en www.phoenixbonsai.com/KMurata.html , de donde está sacado este artículo, les escribió:
“Estimados señores,
Soy nieto de Kyuzo Murata, el fundador del vivero Kyuka-en.
Siempre he estado profundamente impresionado por su detallada biografía de mi abuelo.
En su artículo, veo que hay un episodio a cerca de la visita del teniente Leo R. Ball del ejército de los Estados Unidos a Kyuka-en, tras la Segunda Guerra Mundial.
Le adjunto la imagen de los comentarios del señor Ball en nuestro libro de visitas. Por favor, si está interesado, puede usarlo en su página web.
Cordiales saludos
Yukio Murata”

Me tomo la libertad de traducirlo:
Al Sr Murata:
Una estupenda visita y un maravilloso escenario que siempre recordaré. Gracias por su amabilidad y cortesía.

Teniente Leo. R. Ball
Showa 20.11.24, es decir, 24 de Noviembre de 1945, solo 3 meses después de estallar las bombas atómicas.


11 comentarios:

  1. Como siempre interesantísimas historias alrededor del bonsái. Es un placer leerlas y aprender un poco más de su filosofía.
    Muchas gracias por compartirlas.
    Un saludo. César.

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  2. Magnifica entrada, un placer leerla.
    Un saludo

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  3. He pasado un rato muy ameno con esta lectura. Gracias

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  4. gracias por estos artículos,amenos y que desarrollan un espíritu que conlleva el bonsái,gracias ,amigo.

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  5. Gracias por acercarnos este artículo,he disfrutado de su lectura.

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  6. Muy interesante como siempre.

    Un besito.

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  7. Gracias amigos, vuestros comentarios me animan a seguir contando cosas que a la mayoría no le importan... a mí sí.
    Un abrazo

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  8. Mi idea del bonsai también cambió al leer los artículos de Murata en Bonsai pasión.
    Gracias.
    eldelostresperejiles.wordpress.com

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  9. Acabo de encontrar esta entrada. Enhorabuena!

    Me ha fascinado su lectura.

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