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lunes, 18 de marzo de 2013

El ullastre nº 3

El ullastre del que os voy a hablar me lo regalé para mi 49 cumpleaños. Cuando lo vi a la venta no lo dudé un segundo y lo compré rápidamente. Tiene unos detalles muy buenos y lo mejor es que la madera muerta es 100% natural sin ningún tipo de manipulación.

Estas eran las fotos del vendedor por el lado que luego sería el frente.






Lo tenía claro, lo llevaría a un taller con David Benavente. Así que en mayo de 2010 allí me presenté todo contento con mi ullastre. David lo levantó hacia arriba y podó todas las ramas menos dos con las que formaríamos el árbol. Yo pensé (y como siempre me equivocaba) que el muñoncillo que salía de abajo sería lo primero en cortar. Sin embargo me dijo, será un acebuche de dos troncos, el padre y el hijo. También compré una maceta que me pareció adecuada y en el mismo taller lo trasplantamos.


Estaba bastante bien de raíces. Este fue el resultado


A partir de entonces esta ha sido su evolución
En 2011


En 2012


Y en la actualidad


Ahora le toca defoliación y recolocar alguna rama. Aunque le queda todavía bastante camino, es uno de mis mejores árboles y espero que siga mejorando a la misma velocidad que hasta ahora.
Saludos

sábado, 9 de marzo de 2013

Esta va de pinos II

Aunque suele ser difícil, dado el trabajo que lleva diseñar y formar los pinos, en el taller del otro día con David Benavente, hubo tiempo para hacerle cosas a un segundo árbol.

Este pino lleva conmigo dos años desde su recuperación y ha cogido una fuerza enorme.


Yo la verdad es que no era capaz de encontrar un diseño que me gustase por mucho que lo estudiaba ya que tiene un tocho del que salen ramas mucho más finas. También estaba preocupado por acortar la raíz ya que tenía la típica raíz que sale en dos partes a 180º y bastante larga. Sin embargo la vitalidad que había cogido el árbol me daba a entender que por abajo también habría ido bien.

Lo primero que me dijo David es que debía descubrir el comienzo de todas las ramas ya que el sustrato tapaba todo el conjunto. Una buena señal fue la cantidad de raíces (barbas) que habían salido por todas partes y que se iban viendo cuando con el palillo comencé a quitar el sustrato.


Una vez descubierto, hubo suerte y noté que el maestro ya había vislumbrado la solución óptima para este pino. Semicascada, me dijo. Esta rama será la colgante, con esta haré el ápice y las otras dos para rellenar por detrás. ¡Qué fácil!, pensé, pero eso lo puede hacer alguien con mucha visión y con recursos técnicos yo diría que casi ilimitados (qué razón tienen los que dicen que en esto del bonsái es todo posible aunque naturalmente solo está al alcance de unos pocos). De todas maneras antes de cantar victoria había que descubrir las raíces para ver lo que nos encontrábamos.

Me puse rápidamente manos a la obra para ir descubriendo y desenredando el cepellón. Efectivamente, el pino había generado un montón de raíces aunque ahí seguían estando las dos largas en diagonal. Pero claro, para David no hay problema. Con las tijeras en mano iba cortando y peinando raíces para ordenar el cepellón. Cortaba y cortaba con una alegría que solo pueden tener los que saben perfectamente lo que están haciendo (los maletas como yo habríamos parado de cortar muchísimo antes, sin saber cuanto ni por qué). Pero en uno de los casos ya no se podía cortar más e iba a quedar una raíz larga y hacia arriba que impedía que el pino se pudiera plantar en una maceta adecuada de tamaño y en la posición idónea (se tuvo que bajar el nivel de plantado). Para evitar que estas raíces necesarias se quedaran demasiado al descubierto, David las recubrió con musgo de fibra larga. Yo deberé ir destapando poco a poco para que estas raíces vayan dejando de hacer su función y sean sustituidas por otras mejor colocadas (naturalmente lo primero que hice al llegar a casa fue ponerle una malla de protección contra los puñeteros mirlos que me mandan el musgo a hacer puñetas a las primeras de cambio).

Y este fue el resultado para conseguir un pinito en semicascada de tamaño shohin.


Espero que para el año que viene haya recuperado el vigor y pueda llevárselo de nuevo a David para terminar su formación. Él quiere acortar las ramas para que quede todo mucho más reducido. Lo mejor de todo es que es un árbol que le gusta al maestro y eso me hace feliz.

En un alarde de imaginación quiero intuir cómo irá la cosa aunque por experiencia sé que no daré en el clavo ni de casualidad.


Saludos

lunes, 4 de marzo de 2013

Esta va de pinos I

Como os comenté en mi entrada anterior este fin de semana pasado me tocaba taller de pinos con David Benavente. Como además de trabajar el pino que llevé, también encarrilamos otro, divido en dos la entrada para contarlas por separado.

La historia conmigo de este pino es cortísima. Hace escasas semanas vi en Facebook que mi amigo Toni ponía a la venta un pequeño pino. No me lo pensé dos veces ya que fue amor a primera vista. Me gustaba el tamaño, la corteza, etc y pensé que podría salir algo bueno de allí.

También a bote pronto y con el taller de David a la vista pensé en llevárselo. Estas son las fotos que puso el dueño anterior para la venta






Como siempre David lo vio claro enseguida. Esta rama va a ir para acá, esta para allá y esta será el ápice.

Lo primero fue esbozarle los jines y después como la rama que iba a ser el ápice iba a tener una fuerte torsión, había que enrafiar. Para ello conté con la inestimable ayuda de Pablo, el ayudante de David que además de ser un tío cojonudo, enrafia de puta madre. ¡Pablo, ya te debo unas cuantas…!

Como siempre, primero una capa longitudinal


Y luego alrededor


Mirad que apañao nos ha quedado.


Y por fin llegó el momento de colocar. David magistral como siempre.


Poniéndole unos añitos encima y una maceta, esta podría ser su evolución.


En este taller he podido disfrutar de la compañía de muchos alumnos habituales y de algún novato y sobre todo de la de mi amigo Moyano que han hecho una vez más que este fin de semana sea inolvidable.

Por cierto mando también recuerdos a Berengario “el tractorista” (él sabe quién es) que al caérseme en la pechera del jersey un trozo de la yema del huevo frito que me estaba comiendo se descojonó de risa ante mi desgracia ¡cabronceteeee!

Saludos

lunes, 25 de febrero de 2013

Una sabina china trabajada por David Benavente

En el 2011, David Benavente propuso lo que él denominó “importación a la carta”. Es decir, podías encargarle para traer de Japón un árbol según tus condiciones. Yo en aquel momento tenía un mal sabor de boca con nuestras sabinas autóctonas (se me acababa de morir una) así que decidí adquirir una alóctona, es decir, chinensis itoigawa. Y le encargué  “quiero una sabina chinensis sin trabajar y de más o menos tal precio”. Algun@ podría pensar que me estaba arriesgando a que me trajera una que no me gustara. Os puedo asegurar que en esto de los bonsáis tengo una confianza ciega en David y estaba plenamente seguro de que su elección sería acertadísima. En cualquier caso, cuando llegó el momento pude elegir entre varias y tampoco estaba obligado a quedarme con alguna.
Por fin, en febrero de 2012 la importación estaba a punto de llegar y ya se podían ver en la página web de David algunos de los árboles. Yo enseguida le eché el ojo a una sabina y pensé que esa podía ser la mía…
Aquí está en el vivero de Japón de donde vino, siendo elegida por David en ese momento.


Llegó el día y con mucha ilusión me encaminé al vivero de David para ver qué me había traído. Efectivamente, allí estaba la sabina, preciosa, con una hoja que jamás había visto tan bonita, pequeña y con un verde maravilloso. Solo tenía un pequeño fallo, que era algo más cara de lo que en principio pensaba gastarme. David me ofreció otras de menor precio pero… yo ya me había enamorado de ella.
Cuando acabé de disfrutar por n-ésima vez de las maravillas del jardín de David, trinqué la sabina para meterla en el coche y llevármela a casa pero noté una mano en mi hombro ¿dónde vas?... donde voy a ir, contesté extrañado, ¡a mi casa! Muchas veces olvidamos algunas cosas que no nos interesan y yo me había olvidado que estos árboles que vienen de Japón están obligados a pasar una cuarentena de control antes de pasar al aficionado. ¿Que me tengo que ir y dejar aquí hasta sabe Dios cuando mi pequeña sabina? dije entre sollozos. David me consoló, “puedes venir cuando quieras a verla, incluso puedes venir a trabajarle la madera…” No, no fui a trabajarle la madera aunque en los sucesivos talleres posteriores mi primera acción era ir al invernadero de cuarentena a visitar a mi sabinita ¿estás bien cariñito?
Se me hizo eterno pero por fin llegó junio y leí la noticia del fin de la cuarentena peroooooo ¡era solo para los pinos! Bueno, unos días más tarde en FB y con la foto de mi sabina, se anunció el fin de mi separación,

A los pocos días la recibí en casa perfectamente encajonada.
Yo ya lo tenía claro, llevaría la sabina a trabajar con DB en uno de sus talleres y elegí el taller de diseño a celebrar en noviembre de ese mismo año. Mientras, le trabajé la madera.
Pero nuestro querido maestro se fue a Japón y retrasó los talleres correspondientes. 23 y 24 de febrero era entonces la fecha. También llegó ese día y mi sabina ocupó por fin la “mesa de operaciones”

Estudio de la posición, debate sobre el mejor frente, etc

Ya estaba más o menos todo claro pues a alambrar. Y como siempre digo, llega el momento que más disfruto, cuando el maestro le pone las manos encima y se produce el milagro

Y yo tan contento pues vi que a David también le gusta mucho. Me dio las instrucciones oportunas de lo que le tengo que hacer a partir de ahora para corregir algunas carencias de masa actuales y acortar cuando se pueda alguna rama.
Esta vez nadie impidió que la sabina y yo saliéramos juntos del vivero y marcara “A casa” en el GPS. Solo dije un hasta luego pues el próximo sábado tengo taller de pinos.
Saludos y perdonar por el rollo que os he soltado con la historia de mi sabina.

sábado, 16 de febrero de 2013

Han florecido mis violetas

Hola amig@s. Muchas veces creemos que somos diferentes, incluso nos creemos raros. No, es que a mí me gusta hacer esto, no, es que a mí me gusta tal cosa, no, es que a mí me apetece lo otro...

Pero cada día estoy más convencido de que todos estamos cortados por el mismo patrón (bueno, más o menos) o simplemente nos imprimimos carácter unos a otros casi por simpatía.

Si pensamos en el estereotipo de aficionado al bonsái podemos encontrar diferentes concurrencias y procedencias pero estoy casi seguro al afirmar que al final acabamos en los mismos sitios.

Al principio lo intentamos con plantas a las que mal llamamos bonsáis. Cuando ya sabemos algo de ellos, nos empiezan a interesar las macetas. Luego las mesas y al final… las plantas de acento o shitakusa.
Habrá quien haga el camino contrario o en diferente orden ¡vaya usted a saber…!

En mi caso, estoy empezando a conocer las plantas de acento. Incluso compré el libro de María Rosa Bonet a la que conocí personalmente y puedo decir que es una persona encantadora. No me preguntéis de especies, ni idea. Pero la intención es lo que cuenta. En la vida todo es empezar.

También conocí a Patricia, alma mater de PAS POTTERY cuyo buen gusto me cautivó desde hace ya tiempo y a la que compré una serie de preciosas macetitas.

Ayer en mi pueblo cambió radicalmente el tiempo, es como si por arte de magia las plantas hayan empezado a despertar con ansiado ímpetu. Y hoy, al deleitarme con mi visita diaria a mis bonsáis he visto que las violetas habían florecido. Bueno pues solo quería enseñároslas. Como he dicho la macetita es de Pas Pottery.


Un abrazo

jueves, 14 de febrero de 2013

Una sabina de pruebas

Muchas veces cuando vemos empezar a alguien en esto del bonsái pensamos ¡qué ilus@ lo que se le ha ocurrido hacer! Quizás no nos acordamos de lo que hicimos nosotros solo hace unos pocos años… e incluso ayer. Esta historia empezó en 2002.

Entonces por fin me pude ir a vivir a una pequeña casa con patio y poder disfrutar de esta afición con un poco más de tranquilidad (una vez vinieron los bomberos a mi antiguo piso, un tercero, ante la cascada de agua que caía por toda la fachada de la vivienda. Un pequeño fallo en el riego). Y en el poco parterre que había pensé poner de adorno algunas sabinas de vivero.  No sé por qué pero una de ellas creció más que las demás (me imagino que como siempre, le llegaría más agua y sol). Así que un buen día (ya no me acuerdo la fecha, posiblemente en el 2007) cuando mis conocimientos de bonsái eran todavía más escasos que ahora, al verla gorda decidí extraerla como vulgar yamadori e intentar hacer de ella un bonsái (ahora jamás se me ocurriría tal sacrilegio ante las escasas cualidades de la planta).

Era esta después de ponerla en una caja de madera.


La planta no había por donde agarrarla y yo no sabía mucho pero ya había visto muchas “películas” de bonsái. Que si los sharis, que si los jines, que si la rafia, que si los alambres y monté este tinglado secuenciado en estas fotos que no necesitan comentarios…




Así más bien parecía una mandolina que un bonsái.












Al acabar satisfecho entonces, me tomé una cervecita.

Pero este espíritu inquieto que ahora os habla rebautizó a esta y a otras cuantas sabinas de vivero como “mis sabinas de prueba”. Con esa excusa y licencia, les hice una y mil perrerías a varias pobres sabinas que estoicamente me aguantaron las “bromas”.

En este caso ya había llegado al límite de mis posibilidades pero, ¿iría a aprender más en esto del bonsái?

Estaba claro que quitando corteza, quitando corteza, ya no se veía vena viva desde el frente. Pensé que las pruebas en esta sabina habían terminado. Había fracasado estrepitosamente. Había hecho todo lo que no se debe hacer en bonsái. Bueno, al menos había enrafiado por primera vez (que no hacía falta entonces), había doblado ramas más o menos gruesas (más bien menos), la había trasplantado, había pensado y sobre todo me había ejercitado en esto del bonsái.

Ahí quedó la pobre durante algún tiempo. Solo en el instante que me tocaba regarla pensaba en ella y a veces ni eso. Un día, al verla, se me ocurrió pensar que ya que me había quedado sin corteza en el frente ¿por qué no le daba la vuelta? ¡No, imposible!, eso ya lo pensé en su momento y la lejanía del verde del inicio de las ramas me lo impedía.

Aquí empiezo entonces a aplicar eso que algunos llaman “recursos” pero que en realidad son auténticas trampas.

Cuando el verde está tan lejos solo hay una solución. Darle grandes curvas a la rama para acercarlo. Entonces solo se me ocurrió una, aunque estoy seguro que ahora lo habría hecho de otra manera algo más disimulada. Aprovechando la curva que ya le había hecho a una de las ramas, le hice un looping vertical y así, pegándola al tronco podía formar todo el árbol con esa rama.


Además para el diseño utilicé, cómo no, la famosa palmerita. Voy a hacer un dibujo para explicarlo y sus consecuencias en el futuro.


Nada mejor que ver el ejemplo palmerita. Este es en mi siguiente diseño de la sabina en el que solo utilicé esta rama



Luego se me ocurrió partir en dos la vena viva. ¡Qué bonita queda una vena bifurcada cuando coge volumen! Pero una de las dos partes se fue a ATPC.


En fin querid@s amig@s, cuando veáis palmeritas pensad que siempre hay una solución mejor. Yo al menos lo he intentado al final con esta sabina de pruebas. El verde está en muy mal estado por falta de atenciones. A ver si le puedo dar más mimos ahora.






No es una sabina itoigawa pero me ha aguantado mucho y me ha enseñado mucho.
Saludos

sábado, 9 de febrero de 2013

Mi pino sylvetris grande

Esta entrada he tardado un poco más en publicarla por una sencilla razón, me he pegado, como todos los años, un palizón con este árbol. Entre desalambrar, quitar aguja, alambrar y colocar he echado unas cuantaaaaas horas. Ya decía un amigo mío que no quería árboles grandes…
Es la historia de otro pino sylvestris. Comienza en octubre de 2007 cuando fui a hacer un curso de pinos con David Benavente. Yo ya llevaba un pino para trabajar (uno de hace unas entradas) pero al subir a la terraza y ver los pinos que David tenía a la venta, no pude resistirme a comprar uno de ellos. Yo no tenía árboles de cierta envergadura y este llamó mi atención (entonces ¡claro!).


Así que su primera formación la hizo David y por desgracia yo hice las formaciones restantes.

Por algo se empieza, fue su primer encarrilamiento. Pero un detalle muy importante que le hizo David y que cambió por completo el árbol fue este shari en la curva del tronco.

También llegó la hora del trasplante pues estaba en maceta de entrenamiento y recé todo mi repertorio de oraciones para que el pino no alimentara barbacoas. Gracias a Dios no tuve que lamentarlo ni en ese ni en el siguiente trasplante. Viendo el otro día la entrada en el blog del Tim cuando trasplantan entre varios un pino de doble tronco, me entraba una envidia tremenda. ¡He tenido ya que trasplantar dos veces este pesado árbol más solo que la una! Diréis ¡pues pide ayuda! Pues mira, prefiero hacerlo solo, teniendo cuidado con todo y sobre todo con no llevarme la corteza de cuajo, que hacerlo con alguien que no vive el bonsái (como sería por aquí).
Han pasado ya más de 5 años y en todos, como ya he dicho, he tenido que desalambrar, quitar aguja, alambrar y formar. Así son los pinos ya sabéis…
Esta es su evolución:

En 2009

En 2010


Estaba claro que había que levantarlo. Más o menos así en julio de 2011.

En enero de 2012

Y hoy mismito hace un rato, algo cansado de llevarlo parriba y pabajo.

Esta maceta es china y una de sus estancias ha sido Taisho En donde creo que habitaba un tejo cuspidata con el que vino a España.
Espero que os haya gustado.
Saludos