Trabajando una sabina rastrera

Hace dos años compré una sabina rastrera que me gustó mucho por su forma, detalles y tamaño.

Aunque tenía un aspecto excelente de buena salud y gran follaje, la dejé reposar un año y le limpié las maderas para dejarla preparada con vistas a trabajarla con David Benavente en algún taller. Por desgracia, el año pasado no pude conseguir plaza en ningún taller donde poder trabajar con él sabinas. Con la edad que ya tengo, perder un año en la formación de un árbol es una eternidad y no estaba dispuesto a ello. Así que cuando me enteré que con motivo de la inauguración de la sede de Bonsái Pavía en Colmenar Viejo, venía Taiga Urushibata a impartir un taller, no lo dudé y llamé a Patxi rápidamente.

Hace pues justo un año allí estaba yo. Algunas veces, de ver a personajes en medios de comunicación parece que los conoces de toda la vida. Eso fue lo que me ocurrió con Taiga al verlo llegar en una furgoneta. Tengo que reconocer que en todo momento estuvo muy amable y sobre todo trabajador, solo dejó de currar para fumarse medio estanco.

Fue un taller de solo una jornada pero muy interesante. Le alambré el árbol y  luego disfruté al ver como trabajaba mi sabina y todo lo que pude del resto de los árboles. A veces debió sentir mi aliento en su cogote.

Así quedó la sabina.

Tengo previsto refinarla este año. Ya os contaré como y con quien.

Aprovechando el taller me llevé otra sabina rastrera para ver si Taiga me daba algún consejo para trabajarla. Al verla dijo ¡¡¡Puff!!! Tiene un tronco muy gordo para ser un bunjin ¡Tienes que injertarla! Aquello fue un jarro de agua fría para mí pero… bueno eso ya es otra historia que os contaré más adelante.