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jueves, 14 de febrero de 2013

Una sabina de pruebas

Muchas veces cuando vemos empezar a alguien en esto del bonsái pensamos ¡qué ilus@ lo que se le ha ocurrido hacer! Quizás no nos acordamos de lo que hicimos nosotros solo hace unos pocos años… e incluso ayer. Esta historia empezó en 2002.

Entonces por fin me pude ir a vivir a una pequeña casa con patio y poder disfrutar de esta afición con un poco más de tranquilidad (una vez vinieron los bomberos a mi antiguo piso, un tercero, ante la cascada de agua que caía por toda la fachada de la vivienda. Un pequeño fallo en el riego). Y en el poco parterre que había pensé poner de adorno algunas sabinas de vivero.  No sé por qué pero una de ellas creció más que las demás (me imagino que como siempre, le llegaría más agua y sol). Así que un buen día (ya no me acuerdo la fecha, posiblemente en el 2007) cuando mis conocimientos de bonsái eran todavía más escasos que ahora, al verla gorda decidí extraerla como vulgar yamadori e intentar hacer de ella un bonsái (ahora jamás se me ocurriría tal sacrilegio ante las escasas cualidades de la planta).

Era esta después de ponerla en una caja de madera.


La planta no había por donde agarrarla y yo no sabía mucho pero ya había visto muchas “películas” de bonsái. Que si los sharis, que si los jines, que si la rafia, que si los alambres y monté este tinglado secuenciado en estas fotos que no necesitan comentarios…




Así más bien parecía una mandolina que un bonsái.












Al acabar satisfecho entonces, me tomé una cervecita.

Pero este espíritu inquieto que ahora os habla rebautizó a esta y a otras cuantas sabinas de vivero como “mis sabinas de prueba”. Con esa excusa y licencia, les hice una y mil perrerías a varias pobres sabinas que estoicamente me aguantaron las “bromas”.

En este caso ya había llegado al límite de mis posibilidades pero, ¿iría a aprender más en esto del bonsái?

Estaba claro que quitando corteza, quitando corteza, ya no se veía vena viva desde el frente. Pensé que las pruebas en esta sabina habían terminado. Había fracasado estrepitosamente. Había hecho todo lo que no se debe hacer en bonsái. Bueno, al menos había enrafiado por primera vez (que no hacía falta entonces), había doblado ramas más o menos gruesas (más bien menos), la había trasplantado, había pensado y sobre todo me había ejercitado en esto del bonsái.

Ahí quedó la pobre durante algún tiempo. Solo en el instante que me tocaba regarla pensaba en ella y a veces ni eso. Un día, al verla, se me ocurrió pensar que ya que me había quedado sin corteza en el frente ¿por qué no le daba la vuelta? ¡No, imposible!, eso ya lo pensé en su momento y la lejanía del verde del inicio de las ramas me lo impedía.

Aquí empiezo entonces a aplicar eso que algunos llaman “recursos” pero que en realidad son auténticas trampas.

Cuando el verde está tan lejos solo hay una solución. Darle grandes curvas a la rama para acercarlo. Entonces solo se me ocurrió una, aunque estoy seguro que ahora lo habría hecho de otra manera algo más disimulada. Aprovechando la curva que ya le había hecho a una de las ramas, le hice un looping vertical y así, pegándola al tronco podía formar todo el árbol con esa rama.


Además para el diseño utilicé, cómo no, la famosa palmerita. Voy a hacer un dibujo para explicarlo y sus consecuencias en el futuro.


Nada mejor que ver el ejemplo palmerita. Este es en mi siguiente diseño de la sabina en el que solo utilicé esta rama



Luego se me ocurrió partir en dos la vena viva. ¡Qué bonita queda una vena bifurcada cuando coge volumen! Pero una de las dos partes se fue a ATPC.


En fin querid@s amig@s, cuando veáis palmeritas pensad que siempre hay una solución mejor. Yo al menos lo he intentado al final con esta sabina de pruebas. El verde está en muy mal estado por falta de atenciones. A ver si le puedo dar más mimos ahora.






No es una sabina itoigawa pero me ha aguantado mucho y me ha enseñado mucho.
Saludos

10 comentarios:

  1. Me recuerda esta entrada mis inicios, las pruebas también con enebros de vivero, que soportaban casi todo, pero... ¡yo no he conseguido eso ni en sueños!
    Una sabina realmente bonita. La práctica ha llevado a la perfección...
    Enhorabuena. Un saludo. César.

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  2. me gusta ver como habéis empezado los que sabéis,esta nos sobrevive a todos ,jaja,hay que ver el carácter que el tiempo le ha dado,gracias por contarnos tus vivencias ,me ayudan a entender muchas cosas y a mejorar un abrazo

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  3. Yo también uso de esas para practicar, sobre todo cosas que se me ocurren y no sé si van a funcionar. Será que tenemso tiempo para entreternos. Un abrazo

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  4. Para ser de los primeros, ha quedado genial. Una sabina preciosa, perfecta. Yo los llamo bonsais cobayas, aunque yo de momento sólo me atrevo a hacerle diabluras a los ficus, que son muy duros. Tengo en mente hacer un yamadori con una sabina que planté hace unos años cuando ni me planteaba hacer bonsai y recientemente en un paseo por los alrededores de mi casa reparé en que había crecido y engordado y creo que en breve se convertirá en mi sabina cobaya. Ojalá en unos años se parezca aunque sea de lejos a ésta tuya.
    Un abrazo

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  5. No te imaginas lo que me he reido con el post. Me siento totalmente identificado. Sobre todo porque en esas ando todavia y la terraza parece una sala medieval de torturas, jaja. Espero que con el tiempo y la experiencia mis victimas cojan el buen aspecto de tus "pruebas"
    Un saludo!

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  6. Gracias Hilario, yo ya haré las pruebas con gaseosa porque me dan pena las pobres cobayas.

    Saludos

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