La historia de hoy es un tanto rara. Todo empezó en la primera fiesta de la importación de David Benavente (estamos hablando de febrero de 2007). Me enamoré a primera vista de una sabina china shohin que estaba expuesta de esta guisa.
En realidad es mi único bonsái que ha salido en una revista aunque fuera por propaganda (podéis verla en la página 5 del número 116 de Bonsái Actual).
Con ella me pasó algo raro. No se me había ocurrido preguntar qué variedad de sabina china era pero me gustaba y la hoja tenía un verde muy bonito. Al tiempo de comprarla, dejó de gustarme, no sé por qué. En realidad podía ser porque no sabía qué hacer con ella.
Con ella me pasó algo raro. No se me había ocurrido preguntar qué variedad de sabina china era pero me gustaba y la hoja tenía un verde muy bonito. Al tiempo de comprarla, dejó de gustarme, no sé por qué. En realidad podía ser porque no sabía qué hacer con ella.
En un ataque de aburrimiento le corté la rama colgante y lo peor de todo es que no me arrepentí. El caso es que empecé a odiarla. Incluso ha sido mi único árbol que he puesto a la venta. Fue en Portalbonsái y aunque se interesaron dos personas no llegué a cerrar el trato (me la querían cambiar por árboles peores). Al no hacerle caso empezó a debilitarse (quizás notó mi falta de "cariño").
Un buen día pensé que lo mejor era regalársela a un amigo. Y así me dispuse a hacerlo y aunque el amigo en cuestión no me la aceptó sí que se ofreció a cuidarla durante algún tiempo. Parece que en sus manos la sabina volvió a coger fuerza y al tiempo la formó con este resultado.
Me gustó su trabajo y compré una buena maceta para que mi amigo la trasplantara (como lo hice a ojo, la maceta le estaba un poco grande).
Sin embargo el verde se había alejado mucho del tronco y al desalambrarla y recuperar algo de su forma original no hacía presagiar un futuro prometedor.
La sabina volvió a mis manos. Con algo más de moral y aunque me parecía muy difícil enderezarla volví a alambrarla y darle forma con este resultado.
No me pareció mal entonces pero para los que me preguntaban el otro día cual era el estilo fuente (o palmera) que me criticaba Mario, aquí tenéis un claro ejemplo.
Pasó el tiempo y al quitar el alambre, la sabina seguía igual de rebelde.
Un poco aburrido de ella se me ocurrió llevársela a Mario Komsta hace dos semanas aprovechando el taller que hice con él. Al verla me preguntó ¿es una phoenicea? ¿Cómo? Me extrañé yo. No, le dije, es una sabina china de importación. Ummm, después de un momento me dijo, lo mejor es injertarle una variedad de hoja mejor de chinensis por aquí…
En fin, así lo haré, pero esa será ya otra historia venidera.
Saludos